Redes sociales para políticos sin miedo a conversar

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En la mayor contradicción está la ganancia
Santa Teresa de Jesús (1515-1582)

¿Estás entre esos miles de personas que se la juegan a una carta en las elecciones del próximo mes de mayo de 2015? ¿Quieres ser útil a tus conciudadanos? Responde primero a la segunda pregunta; si tu respuesta es afirmativa y tienes una sincera vocación de servicio, enhorabuena por tu coraje y mucho ánimo: no lo tienes fácil en estos tiempos, con la política entre los primeros problemas del país. Si la respuesta es negativa, si lo único que te importa es alcanzar o preservar el poder, mejor leer esto.

Yendo al grano: quizá tengas una cuenta de Twitter; quizá estás en Facebook o en otra red social. Ves acumularse los me gusta o los retuits de tus amigos. Compruebas cómo crece la lista de tus amigos virtuales, especialmente alentada por gente de tu partido a la que no conocías de nada y a la que sigues tú también… porque son de tu partido. Pero ¿cuántos seguidores tienes en tu pueblo? ¿A cuántos conoces personalmente? ¿Sabes de qué pie (político) cojea cada uno de ellos?

Las redes sociales son esencialmente diálogo, conversación. Están diseñadas para intercambiar opiniones, para debatir y confrontar argumentos. Empecemos por el principio: para hablar con alguien hay que generar un ambiente de confianza, tanto si estamos de acuerdo como si partimos de posiciones diferentes. Sin confianza no hay diálogo verdadero. Y en el mercado electoral actual, si no hay diálogo menguarán los votos.

Si eres político y no tienes alergia a la réplica, estarás mejor preparado para estos tiempos. Si no te obsesionas con las elecciones, quizá puedas conseguir tus objetivos. A partir de estas premisas, podemos establecer unos sencillos consejos para posicionarte de forma sólida en las redes sociales:

1. En primer lugar, debemos tener una estrategia de comunicación, por sencilla que sea: cuáles son nuestros públicos, qué objetivos buscamos y qué herramientas tenemos para hacerlos realidad. Los canales sociales son eso, herramientas al servicio de la estrategia, de la construcción de un relato sólido sobre nosotros mismos y nuestras ideas. A día de hoy, Facebook o Twitter tienen mucho tirón, con Google+ en pleno crecimiento, pero quizá en unos años hayan sido destronadas. Si tenemos clara la estrategia, estaremos preparados para cualquier cambio en las herramientas.

2. Sé auténtico/a y natural, comunícate con un tono acorde con tu personalidad, siéntete a gusto. El público es indulgente con los errores de un inexperto sincero y castiga las voces impostadas, artificiales. Si tienes sentido del humor, aprovéchalo para generar empatía. Si en tu vida es esencial el deporte y no te importa que se sepa, compártelo. Por el contrario, si cuando entras en Twitter es para hacer RT a los mensajes de tu partido sin aportar nada de tu cosecha, te verán como un político más.

3. Cuando publiques algo, recuerda que hablas para el ciudadano medio, ajeno a la batalla política. No pienses en qué dirán los míos, porque en ese instante empiezas a distanciarte de los otros, y no te interesa. Átate al palo mayor antes de caer en la tentación de escribir para los propios: te aplaudirán mucho, pero el halago debilita y nos aleja del foco principal, que es generar confianza. Y no lo conseguiremos sin atender al punto siguiente.

4. Debes abrirte al máximo, hay que escuchar, escuchar y escuchar. Recuerda que tenemos dos orejas y una sola boca. Busca en Google, en los buscadores de las redes sociales, en Youtube… y pregunta a tus conciudadanos por la calle. A la mínima ocasión. ¿Cuáles son sus preocupaciones? ¿Qué les inquieta? ¿Qué problemas tienen que tú puedas contribuir a resolver? Nadie tiene la respuesta antes de saber las preguntas y este es un proceso que nunca termina.

5. Una vez tenemos el diagnóstico de los problemas de nuestros ciudadanos viene el trabajo en equipo. Sólo de buenos equipos, entregados a un proyecto sólido, pueden salir buenas ideas. Cuando las tengamos discutidas y contrastadas estaremos preparados para exponerlas, de forma clara y detallada. Y entonces hay que estar dispuesto/a a debatirlas nuestras propuestas con los ciudadanos.

6. Si el público percibe que encajas la crítica y que respondes con tus argumentos (y nunca con la tópica papilla de consignas el argumentario oficial del partido), valorará tu personalidad. Un perfil dialogante ayuda a ganar puntos y reduce el nivel de rechazo, un aspecto clave en clave electoral, mientras que el monolitismo ideológico o de partido cotiza a la baja en tiempos líquidos como los actuales, retratados por Zygmunt Bauman.

7. La coherencia es parte del relato: si desde la oposición se critica una gestión opaca y se reclama transparencia, debemos empezar por barrer nuestra propia casa, predicar con el ejemplo en lo que a nosotros compete, mientras trazamos un plan realista que podamos acometer al llegar al poder, sin levantar falsas expectativas. No hay trucos ni atajos: si se trabaja bien, saldrá bien.

8. Distingue los canales, cada oveja con su pareja: en ocasiones, los equipos de campaña utilizan indistintamente los perfiles de un candidato o la página oficial del partido (y en ocasiones, incluso la de la institución que gobiernan). A cada uno de ellos le corresponde un tono y unos contenidos, y por supuesto, los perfiles de organizaciones deben ser gestionados por profesionales de la comunicación.

9. Aprende todos los días. De los mejores, por supuesto, y no sólo en España. Fíjate en cómo conectan con su público las cuentas y los perfiles más populares, como la celebrada @policia. Fíjate en los aciertos y en los errores, por supuesto.

10. No sueñes con controlar las redes sociales: es pura quimera. Gestionarlas no es como enviar una nota de prensa. Tus votantes saben tanto o más que tú sobre sus problemas, y tratar de ocultar cualquier cosa es una gran ingenuidad: si no quieres que algo se sepa, no lo hagas. Y si algo no sale bien, anticípate, pide disculpas y demuestra que para ti, la red social más importante está compuesta por las personas.

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